Hoy es otro de esos días que llegan sin avisar y en tan solo un 
segundo me envuelven en las garras sombrías de la muerte, esos que para 
mí terminan siendo eternos, sin fronteras definidas ni antídoto eficaz.
Acostado y mirando lo que puede verse del mundo a través de la 
ventana, desde mi cama pienso únicamente en desaparecer, cerrar los ojos
 y esfumarme como el vapor al cielo, sin dejar estelas de recuerdos que 
otros pudiesen ver.
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