Sentado en un solitario banco al costado del cerro, olvido que a unos
metros solamente se encuentra el bullicio de la congestionada ciudad,
sus amplias avenidas y su aire poco saludable. Al igual que cuando pongo
la cabeza sobre la almohada y me dispongo a dormir, vienen
inmediatamente los pensamientos que me recuerdan la miseria en la que
estoy sumido. Es extraño pero llegan sin avisar, esperan el momento en
que bajo la guardia para aparecer e intentar destruirme en tan solo un
segundo.
Miro una paloma a mi lado pero no puedo dejar de pensar en eso que no
quiero, entonces entiendo que la depresión nunca ha desaparecido,
siempre ha estado ahí y que eso que creo que es la superación no es nada
más que un momentáneo y falso sentimiento de felicidad.
Siempre he creído que dentro de mi existen… no sé cómo explicarlo, pero
algo como dos personalidades habitando el mismo cuerpo.
Una que desea
profundamente la soledad y otra que intenta, algo temerosa, tener a
alguien en quien confiar. La parte solitaria busca convencerme de que la
gente no vale la pena, que la gente miente y engaña incluso a quienes
de la boca para afuera nos dicen amigos y que no es necesario ni cuerdo
confiar en gente así. Le he hecho caso y ahí es cuando la parte que
quiere verme acompañado y con amigos me dice que la soledad puede ser un
buen remedio temporal, pero que tarde o temprano termina por
destruirnos. También le he hecho caso, han existido personas en las que
he llegado a confiar, pero finalmente nada continúa. La vida es así, nos
quita rápidamente a las personas en las que confiamos y sin importarle
nada, nos coloca en nuestros caminos aquella de la que justamente hay
que cuidarse.
¿Quién ganará finalmente la batalla que ha existido desde que tengo
conciencia? Quizás todo siga igual. Yo estando solo pero con deseos de
no estarlo, finalmente es eso, realidad versus lo que me gustaría que
fuese realidad. Tampoco son quimeras, podría simplemente confiar en
aquellos que tengo más cerca, especialmente en ella para que esté
conmigo. Pero ¿Correría el riesgo? Ni siquiera se explicar porque me
cuesta tanto contarle lo que siento a los demás, es como si existiera
una coraza ante lo que pienso y siento.
Eres muy linda, muy amable… me gusta estar contigo, sin embargo, creo
que no mereces alguien como yo, tengo miedo a que descubras como soy, he
sido falso contigo, tratando de comportarme como quien no soy.
Mintiéndote. A veces pienso que eres la persona que busco, aquella que
me haga salir de la soledad, pero apenas ese pensamiento desea
convertirse en algo concreto, la parte solitaria entra en alerta y lucha
para que no suceda.
No soy capaz de tomar una decisión, quien sabe cuánto tiempo más me
sentiré así, quien sabe cuánto tiempo más seré un mudo que pudiendo
hablar no lo hace, no lo sé. En este momento solo me resigno a ponerme
en marcha, subir el cerro, ver la ciudad y tratar de olvidar con eso el
eterno dilema de la soledad o la compañía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario