sábado, 7 de julio de 2012

La batalla interminable

Sentado en un solitario banco al costado del cerro, olvido que a unos metros solamente se encuentra el bullicio de la congestionada ciudad, sus amplias avenidas y su aire poco saludable. Al igual que cuando pongo la cabeza sobre la almohada y me dispongo a dormir, vienen inmediatamente los pensamientos que me recuerdan la miseria en la que estoy sumido. Es extraño pero llegan sin avisar, esperan el momento en que bajo la guardia para aparecer e intentar destruirme en tan solo un segundo.
Miro una paloma a mi lado pero no puedo dejar de pensar en eso que no quiero, entonces entiendo que la depresión nunca ha desaparecido, siempre ha estado ahí y que eso que creo que es la superación no es nada más que un momentáneo y falso sentimiento de felicidad.
Siempre he creído que dentro de mi existen… no sé cómo explicarlo, pero algo como dos personalidades habitando el mismo cuerpo.
Una que desea profundamente la soledad y otra que intenta, algo temerosa, tener a alguien en quien confiar. La parte solitaria busca convencerme de que la gente no vale la pena, que la gente miente y engaña incluso a quienes de la boca para afuera nos dicen amigos y que no es necesario ni cuerdo confiar en gente así. Le he hecho caso y ahí es cuando la parte que quiere verme acompañado y con amigos me dice que la soledad puede ser un buen remedio temporal, pero que tarde o temprano termina por destruirnos. También le he hecho caso, han existido personas en las que he llegado a confiar, pero finalmente nada continúa. La vida es así, nos quita rápidamente a las personas en las que confiamos y sin importarle nada, nos coloca en nuestros caminos aquella de la que justamente hay que cuidarse.
¿Quién ganará finalmente la batalla que ha existido desde que tengo conciencia? Quizás todo siga igual. Yo estando solo pero con deseos de no estarlo, finalmente es eso, realidad versus lo que me gustaría que fuese realidad. Tampoco son quimeras, podría simplemente confiar en aquellos que tengo más cerca, especialmente en ella para que esté conmigo. Pero ¿Correría el riesgo? Ni siquiera se explicar porque me cuesta tanto contarle lo que siento a los demás, es como si existiera una coraza ante lo que pienso y siento.
Eres muy linda, muy amable… me gusta estar contigo, sin embargo, creo que no mereces alguien como yo, tengo miedo a que descubras como soy, he sido falso contigo, tratando de comportarme como quien no soy. Mintiéndote. A veces pienso que eres la persona que busco, aquella que me haga salir de la soledad, pero apenas ese pensamiento desea convertirse en algo concreto, la parte solitaria entra en alerta y lucha para que no suceda.
No soy capaz de tomar una decisión, quien sabe cuánto tiempo más me sentiré así, quien sabe cuánto tiempo más seré un mudo que pudiendo hablar no lo hace, no lo sé. En este momento solo me resigno a ponerme en marcha, subir el cerro, ver la ciudad y tratar de olvidar con eso el eterno dilema de la soledad o la compañía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Recomienda este blog!