Sentado frente al viejo escritorio, rodeado con la tenue luz de una
vela. Horacio se disponía a abrir las cartas que confirmaban la reunión.
Habían pasado 5 años desde la despedida que los distanció. Pese a que
en algún momento se engañaron con la idea de una amistad indestructible,
los distintos caminos terminaron por distanciarlos inexorablemente,
pero hoy después de tanto tiempo, estarían todos juntos nuevamente y
podrían compartir viejos recuerdos otra vez.
LLegó la noche, sobre la mesa gran cantidad de alimentos, tres botellas
de vino, seis personas mirándose lejanas y un silencio sepulcral que
helaba la buena amistad de antaño.
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